30 de junio de 2012

La bailarina del Ballet


A veces, en la vida, damos demasiada importancia a la opinión de algunas personas a las que consideramos importantes, hasta el punto de abandonar ideales y deseos, por el mero hecho de no considerar lo que para nosotros es realmente importante. Cuando tengamos un sueño, hemos de luchar con fuerza y motivarnos para conseguir lo mejor de nosotros mismos. Y seguir adelante para demostrar de lo que somos capaces. Si consideramos que tenemos cualidades, no abandonemos a la primera de cambio, sino sigamos, con esfuerzo y entrega para demostrar nuestras cualidades, de lo contrario te pasará como a nuestra bailarina del ballet, porque cuando poseemos las cualidades necesarias, la opinión de alguien no debe hacernos abandonar.

Una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia, y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su afición en profesión.

Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias, de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, fue a los camarines luego de una función, y habló con el director.

- Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo pero no sé si tengo el talento que hace falta.

- Dame una demostración, le dijo el maestro

Transcurridos apenas 5 minutos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.

- No, no tiene usted condiciones.

- La joven llegó a su casa con el corazón, desgarrado, arrojó las zapatillas baile en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.

Años después asistió a una función de ballet, y a la salida se topó con el viejo director que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, luego agregó:

- Hay algo que nunca he terminado de entender. Cómo pudo Usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?

- Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mí, le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.

- Pero eso es imperdonable! exclamó ella, arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!

- No lo creo, repuso el viejo maestro. Si hubieras tenido las dotes necesarias, no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije.

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