1 de abril de 2012

José Manuel Abreu, un triguereño ciego, nuevo ejemplo de superación


Al comienzo de la Semana Santa, salta a relucir José Manuel , un triguereño de 33 años, que , a pesar de su ceguera, participa como costalero desde debajo de las trabajaderas del paso de palio, en el que, como un costalero más, siente desde su corazón lo que sus ojos no ven. Este artículo del periódico Odiel Información, muestra lo que José Manuel refleja debajo del Palio de la Virgen de la Soledad. Juzguen, ustedes mismos.

“Cuando siento los olores y oigo la música y los aplausos tras una chicotá, se me ponen los vellos de punta y pienso, ¡qué cosas puedo hacer sin ver, Dios Mío!”. Así define su experiencia como costalero José Manuel Abreu, un triguereño de 33 años y que padece ceguera total desde hace más de trece. Una discapacidad que no le ha impedido meterse bajo el paso de las tres hermandades de Semana Santa a las que pertenece. Abreu dejó de ver cuando sólo tenía 23 años a causa de la diabetes que sufre desde pequeño, pero señala que desde el primer momento tuvo claro que seguiría haciendo lo que más le gusta: “Llevar sobre mis hombros y con mi inagotable fe las imágenes que venero desde niño”. Señaló, además, que debajo del paso “todos somos iguales, allí la oscuridad es total para todos”, y añadió que incluso juega con una ventaja: “Hay veces que mis compañeros no escuchan la voz del capataz porque la banda de música se acerca demasiado al paso, y como yo, a causa de mi ceguera, tengo más desarrollado el oído, puedo guiarlos y repito las indicaciones”. A pesar del optimismo con el que habla, Abreu reconoce que “por supuesto que no es lo mismo vivir la Semana Santa completamente a oscuras”, e indicó, emocionado, que para él, fue muy difícil dejar de ver del día a la noche. “He llorado mucho por no poder contemplar nunca más el rostro de mi Virgen de la Soledad, pero me consuela poder llevarla bajo mis hombros”, dijo José Manuel, a lo que añadió, “cuando siento la fragancia del azahar, el tintineo de las bambalinas, las saetas y el ¡viva! de la gente, me siento un auténtico privilegiado y es cuando me doy cuenta de que merece la pena salir de costalero”. Abreu explicó, además, que se coloca él solo el costal en su casa y que se enfaja “atando una esquina de la faja a una pata del sofá”. Este triguereño sale de costalero en tres cofradías; el Lunes Santo en el paso de Palio de la virgen de La Misericordia de la Hermandad del Cautivo de Huelva; el Jueves, en la Hermandad y Cofradía de Penitencia de Jesús y María de Trigueros, y el Viernes se mete bajo las trabajaderas del palio de la Hermandad del Santo Entierro y María Santísima de la Soledad. Dice que sus compañeros de cuadrilla lo tratan “como mejor me siento, tratándome tan sólo como a uno más”. Añadió que no será su ceguera quien lo aleje del costal: “Sólo me retiraré cuando me fallen las fuerzas, cuando mi cuerpo diga basta”. Abreu indicó además que cuando sale del paso en los relevos, no necesita a nadie que lo guíe: ”Cuando me toca salir me agarro al manto de la Virgen y espero a que me vuelvan a llamar”. Señaló también que la Semana Santa se vive de manera muy distinta cuando no puedes ver nada: “En mi mente la imagen es nítida, sólo necesito escuchar andar el paso, el murmullo de la gente, el martilleo del capataz y los olores a incienso y a azahar, para imaginarme uno de los escenarios más bonitos del mundo”. Además, dijo, “la fe es mayor, yo venero una cara que tengo en el recuerdo, no puedo recrearme constantemente en una imagen, mi sentimiento y fe son profundos y verdaderos, vienen desde el corazón”. Abreu señaló que no está dispuesto a renunciar a nada de lo que le hace feliz por el hecho de ser invidente. Sólo hay que buscar, dijo, “el truco para todo”, además de tener “mucha moral y constancia”.
Fuente Odiel Información
Os dejo este video sobre él de CNH Huelva.

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